Análisis proactivo del riesgo: el análisis modal de Fallos y Efectos (AMFE)
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Fecha de publicación
2010-10Título de revista
Revista Clínica Electrónica en Atención Primaria
Tipo de contenido
Artigo
DeCS
seguridad del paciente | médicos de atención primaria | gestión de riesgosMeSH
Risk Management | Physicians, Primary Care | Patient SafetyResumen
La gestión del riesgo en las organizaciones sanitarias y, en concreto en el nivel de atención primaria, puede realizarse de dos formas: proactiva y reactiva. La gestión reactiva es aquella que se realiza una vez ha ocurrido un evento adverso. En ese momento, iniciamos un estudio detallado de lo ocurrido con el objetivo de conocer las causas latentes y las barreras que han fallado para que el daño se produzca. Las herramientas que manejamos para este análisis está referenciadas en el capítulo 7 de este monográfico y son: el análisis de causa-raíz (ACR), el análisis de evento significativo (AES), protocolo de Londres… En este capítulo pasamos a describir la gestión proactiva del riesgo. Es decir, realizar un análisis del servicio, proceso o tarea que vamos a poner en marcha o bien, ya funcionando, queremos mejorar antes de que ocurra un evento adverso. La metodología para esta gestión proactiva del riesgo se llama AMFE: análisis modal de fallos y efectos (en inglés FMEA). El AMFE es una metodología laboriosa en su desarrollo, pero muy útil para conocer con certidumbre lo qué hacemos, cómo lo hacemos, dónde podemos fallar, qué efectos pueden causar esos fallos y qué barreras resultarán más efectivas de implantar para hacer el servicio/proceso o tarea más seguro. En primer lugar, debemos seleccionar adecuadamente el servicio/proceso/tarea que queremos revisar o poner en marcha (control de pacientes en tratamiento coagulante oral, revisión de la cartilla de largo tratamiento en pacientes crónicos). Este análisis se desarrolla en 10 pasos. El primero, seleccionar el equipo de trabajo. El segundo y tercero, describir el servicio tal y cómo se realiza y elaborar un flujograma. El cuarto, quinto y sexto analizar qué fallos, causas y efectos pueden ocurrir. El séptimo, puntuar la gravedad (G), la frecuencia de aparición (A) y la capacidad de detección (D) de cada uno. El octavo, calcular el NPR (número de priorización del riesgo) que resulta de multiplicar G*A*D para cada fallo, causa y efecto. El noveno, describir las barreras que, en nuestra opinión, podrían disminuir el riesgo de aparición del daño. El décimo, recalcular el NPR para cada fallo, causa y efecto, una vez evaluado el impacto de la barrera propuesta. Finalmente, decidir actuar sobre aquellos fallos, cuyas causas y efectos se mitiguen en gran manera con la barrera propuesta. Su aplicación en atención primaria debe ir orientada a nuevos servicios/procesos que se incorporen a la actividad de los centros (ej. pacientes en tratamiento anticoagulante oral con autocontrol domiciliario seguidos por el médico de familia) o bien servicios de gran impacto asistencial (ej. atención a la urgencia en el centro de salud). El AMFE es una metodología laboriosa pero muy útil para conseguir realizar las actividades de la forma más segura en los equipos de atención primaria.